domingo, 21 de septiembre de 2014

Pensar es a cerebro como amar a corazón

Divagaba yo sobre una reflexión que una estimada persona de cuyo nombre sí puedo acordarme (Valeri Perez, con tu permiso ;) ... ) dejó en el tintero del facebook.
Y me resonaba una frase Pensar es a cerebro como amar a corazón.


La protagonista, bajo mi punto de vista, es la amígdala. La suma de lo que pienso y lo que siento no siempre es mi acción...voluntaria.
Nuestra vida está repleta de continuos aprendizajes, muchos de ellos incorporados de forma inconsciente. La emoción es uno de los elementos constitutivos de mis acciones sean estas realizadas conscientes y deliberadamente o no. Y la emoción viaja indisolublemente acompañada por la actuación de la amígdala.
Hoy podemos cartografiar el "corazón" humano gracias a los avances científicos realizados en el campo de la emoción. Hoy podemos comprender la interacción de las estructuras cerebrales que gobiernan nuestras iras y miedos, nuestras alegrías y pasiones, de tal modo que tenemos la puerta abierta al modelaje de nuestros hábitos emocionales...hábitos que modulan nuestras relaciones, o lo que es lo mismo... nuestras acciones-comportamientos.
La emoción nos predispone a la acción, esto no es una premisa mía, esto es psicología básica. De tal modo y al hilo de la propuesta divagatoria, tenemos  en un sentido muy real, dos mentes, una que piensa y otra que siente. Una racional, que piensa y reflexiona, y otra impulsiva y más poderosa si cabe, la emocional. Nuestro ser se encarga de mantener un equilibrio entre ambas, hasta que llegan las pasiones...eso que nos hace tan humanos pero que crea un conflicto entre "ambos cerebros".
En nuestra región más primitiva del cerebro encontramos a nuestra queridísima amígdala, alojada en el sistema límbico. Cuando nos poseen los deseos, la rabia, el enfado, cuando el amor nos hace enloquecer o el miedo nos paraliza, quién actúa es ella, la amígdala. Estamos en las redes del sistema límbico, completamente a su merced.
En la danza entre el pensar y el sentir, es la emoción la guía el ritmo del baile.Es por eso que no siempre la fría lógica nos da la mejor respuesta ni una respuesta dominada por la ceguera de las pasiones es la mejor opción.
Concluyendo... tenemos "dos cerebros" y en nosotros está mejorar la habilidad para conjugarlos en el tiempo adecuado.



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