lunes, 16 de julio de 2012

¿QUÉ CÓMO SOY...? TE DIRÉ CÓMO COMO.

El reloj nos pilla, vamos corriendo, comemos de camino a casa, en el coche, en la oficina, en algún lugar de comida rápida (¿comida?)...
En el mejor de los casos, comemos en casa, sentados, solos o acompañados. En el primer bocado saboreamos la comida, pero en el tercero o en el cuarto nuestra mente está en cualquier lugar menos con nosotros en esa silla, en esa mesa junto a ese plato. Cuanta gente "se llena" en lugar de "se alimenta"...?
Probablemente habremos leído en multitud de ocasiones acerca de la importancia del "aquí y ahora", del actuar y vivir con conciencia el momento. También se puede aplicar al acto de alimentarse, incluso yo voy algo más allá: personalmente lo aplico a situaciones que lo preceden, como el cocinado.
Si crees que eres lo que piensas, también influye tu relación con la comida en el resultado de lo que eres. La comida, su cocinado y su compra. Lo que ingerimos es nuestra fuente de energía, y no sólo física.
El acto de cocinar merece todo un respeto. Transformar con cariño y esmero. Con dedicación. Con implicación. Con conciencia del aquí y ahora. Si puedes elegir alimentos cuyo origen conozcas, te permitirán un sentimiento más cercano a su "historial": recorre la "vida" de ese tomate, desde que fue semilla, se plantó, creció y fue recolectado hasta llegar a tus manos. Siempre que puedas "compra de manera local", toma conciencia del origen de lo que comes. Toma conciencia de lo que comes y la manera que lo comes. Así, tu forma y concepto de alimentación también cambiará. Agradece lo que tienes en tus manos, alguien lo cuidó y cultivó o lo cuidó y crió para que hoy esté en tus manos.
No comas por comer, aliméntate. ¿Qué necesita tu cuerpo, qué necesita tu ser? ¿Crees por ejemplo que tal exceso de alimentos dulces que nos propone la sociedad te hace falta? Indaga en la verdadera necesidad.


La composición y la estructura de las grasas del aceite que se anuncia como 100% vegetal acaba teniendo poco que ver con las de un aceite vegetal natural, ya que las grasas hidrogenadas no existen en la naturaleza.
Y como somos lo que comemos y cómo lo comemos, todo lo que soporta nuestro organismo por dentro queda reflejado por fuera.
La tersura de nuestra piel, nuestra energía, nuestra calidad de descanso, nuestro humor... ya no sólo se trata de tener un aspecto más o menos atractivo, que también, sino de estar sanos, sanos de verdad.


Si escuchamos nuestro cuerpo, sabremos que hay alimentos que toleramos mejor que otros; inteligentemente edifiquémonos por dentro. No nos dejemos llevar por el marketing, por la publicidad, sino por nuestro cuerpo. Todos no procesamos igual los alimentos, todos no metabolizamos igual un mismo alimento. 
Y si somos lo que comemos... neuronalmente hablando también somos lo que comemos. Los principales neurotransmisores cerebrales, como la dopamina para la estimulación, acetilcolina para la memoria, serotonina para la felicidad o GABA para la relajación, se pueden modular y de hecho se modulan en función de nuestra alimentación. Hoy sabemos que nuestro sistema digestivo está recubierto por más de 100 millones de células nerviosas, y que ahí podemos generar neurotransmisores o incluso sustancias semejantes a las benzodiacepinas (esto es, ni más ni menos, el Valium).
Mens sana in corpore sano....La cara es el espejo del alma...Realmente son expresiones con fundamento científico.Controla tu toxicidad como persona, sé positivo, llegarás más lejos. Como siempre, en nuestro interior está nuestra elección.



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