lunes, 16 de junio de 2014

Naranjas, limones y aquellos cítricos de ayer... (II)

Compartiré algo que leí una vez en la línea de lo que escribía...
El distraído tropezó con la piedra;
El violento la utilizó como proyectil;
El emprendedor construyó con ella;
El campesino la utilizó de asiento;
Para los niños fue un juguete;
Drummond la poetizó;
David mató a Goliat;
Miguel Ángel le sacó la más bella escultura...
En todos los casos, la diferencia no estuvo en la piedra sino en el hombre.
No existe "piedra" en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento.
La pareja es para mí una de las piedras más útiles para crecer. Nacemos como seres individuales, únicos, irrepetibles; en nuestro ser inicial está contenido todo el potencial de desarrollo completo como esas personas absolutamente especiales e irrepetibles que somos. Venimos a este planeta a ser, a descubrir lo que es la esencia de nuestra naturaleza.
El ser humano es un ser social, por naturaleza no vive aislado, aunque me consta de algunos que así lo desean. Y son esas relaciones sociales las que nos permiten aproximarnos a descubrir nuestra esencia. Sin ellas no podríamos sacar "lo mejor y lo peor" de nosotros mismos. Ambas caras de una misma moneda que nos es preciso conocer si pretendemos viajar hacia nuestro interior.
"Las relaciones mismas no son causa de dolor e infelicidad, sino que sacan a la superficie el dolor y la infelicidad que ya están en ti" parafraseando al sabio E. Tolle.
Las relaciones son una constante en la vida del ser humano, crecemos a través de vínculos afectivos y éstos los establecemos con mayor intensidad con a) nuestros padres b) nuestra pareja c) nuestros hijos d) nuestros nietos.
Ellos son grandes maestros si sabemos mirar en el espejo. No son los únicos, cierto, porque hay grandes referentes que se suman en nuestra vida, como puedan ser familiares, amigos o incluso nuestra mascota...
La experiencia de pareja, entre otras relaciones,nos va a dar la oportunidad de ir experimentando, aceptando e integrando las distintas polaridades que surgen en la vida de dos. En este sentido, la pareja constituye para mí un marco privilegiado para crecer como persona individual. Aprendo con el otro, maduro con él, somos maestros el uno del otro y vamos intercambiando opuestos.
Indudablemente no es la única forma de desarrollarnos y de crecer, pero bajo mi humilde punto de vista, es la más maravillosa y completa forma de hacerlo.




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