Al crecer nos enseñan matemáticas, gramática, idiomas... pero nunca hasta ahora nos han enseñado a comprender qué nos mueve a hacer algo, porqué un día nos sentimos emocionalmente alterados o porqué saltamos de alegría. Y es que una buena inteligencia emocional precisa de habilidades sociales.
Saber manejar el miedo y utilizarlo en nuestro favor, dominar nuestra ira y ser empáticos son elementos claves en determinadas situaciones en las que hemos de actuar estableciendo una relación simbiótica entre nuestros sentimientos, nuestro raciocinio y nuestros objetivos.
Está demostrada la relación entre emociones y salud. Pero nadie nos enseña como conducir nuestras emociones para que no generen una úlcera, contracturas, tics....
Y si tienes unos minutos...¿Que dice la ciencia de las emociones?
Saber mantener el equilibrio justo entre sensibilidad e invulnerabilidad requiere conocer y ser consciente de las propias emociones y a la vez saber desvincularse de ellas para objetivamente poder tomar una decisión que a la vez de consciente y racional, nazca del sentimiento.
El coste tanto para nuestra salud como para nuestras relaciones interpersonales de una deficiente gestión emocional es elevado. ¿Estamos dispuestos a pagarlo? ¿O preferimos invertir en nosotros?:
¿Qué siento?
¿Por qué me siento así?
¿Expreso lo que siento, o lo guardo para mí?
¿Qué me aporta esto que siento?
Si es positivo...¿sé establecer un patrón de conducta para que se repita?
Si es negativo...¿sé reconducirla para estar mejor y aprender de la experiencia?
¿Acaso interesa una sociedad
"emocionalmente analfabeta"...?, Si no sabemos gestionar nuestras emociones
seremos (como en todo ámbito educativo) más manipulables.
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